domingo, 10 de febrero de 2008

Sobrado Dos Monxes - Arzua

Día 11 Sobrado Dos Monxes - Arzua



Desperté con suavidad después de ocho horas de sueño. No había ruidos ni estridencias. Los píes protestaron, como es su costumbre todas las mañanas, pero se estaban acostumbrando y enseguida se acoplaron a su pequeño castigo, las botas.

Salí con la primeras luces y el edificio me pareció fabuloso. Las cosas cambian según la hora en que las miremos. La realidad es una, pero influye tanto la luz y las emociones que nos parecen distintas. Hoy estaba contento y miraba las cosas con optimismo. Este monasterio es precioso y mi cabeza lo rememora con dos imágenes diferentes. Ayer en la tarde, con el sol iluminando todos sus detalles, era uno, y en esta mañana con poca luz, oyendo los pajarillos, de otra. Me senté un rato en el arco de entrada a degustar las sensaciones matutinas. Sentí el frescor de la mañana en la paz que proporciona el nacimiento de un nuevo día. Las pocas nubes formaban una corona blanca sobre las torres mientras que el cielo rojizo proporcionaba un espectáculo intimista. Me sentía en paz conmigo mismo.



Al poco llegó a mi nariz el olor a pan recién hecho y mi estomago, materialista y humano, me puso en marcha hacia el único bar que se encontraba abierto. Este me lo encontré en la plaza y me permitió desayunar un café y un croissant reciente.

Las camareras no estaban muy dispuestas a dar conversación y sus caras mostraban cierta acritud de lunes, después de un fin de semana de libertad. No me importó su sequedad y agradecí el alimento.

Ya con algo en el cuerpo me lancé al camino, hoy asfaltado por carreteras secundarias. Según salía del pueblo por el andadero no pude dejar de echar la vista atrás y ver como se recortaba la silueta del monasterio sobre un cielo azul y rojizo previo al amanecer. Preciosa imagen que inundó mis sentimientos.



Caminé tranquilo calculando la distancia a Santiago. Me salieron unos sesenta y tantos kilómetros. Ya estaba en la recta final y la pereza por llegar acudió a mi cabeza.

Me fui haciendo amigo del pequeño arcén izquierdo, aunque los coches, por pocos, no molestaban.

Pasé varias aldeas pero estas estaban más civilizadas y se notaba la presencia de una ciudad importante en las cercanías. Caminé hasta Arzua por carreteritas interminables. Sabía que se acababa mi tiempo en el camino y los sentimientos llenaban mi cabeza. Hubo un momento que pensé en terminar mis pasos en Arzua y evitar el camino Francés, no me apetecía la marabunta.



El día estaba tranquilo y observaba los prados llenos de vacas lecheras con miradas perdidas. Relentizaba cada vez más mis pasos, no quería llegar.

A las dos de la tarde entré a las primeras calles de Arzua y al poco rato llego a mí la emoción de estar en un sitio conocido y en múltiples veces caminado. Cuando llegué al cruce con el camino Francés y vi a un grupo de siete peregrinos, uno detrás de otro, me dieron ganas de abrazarles por la felicidad de haber llegado hasta aquí.

Pensé en la diferencia con mi camino. Los vi veloces y con ganas de llegar al albergue, ya muy próximo.



Pensé en dormir en el albergue pero decidí que si había estado solo todo este tiempo me apetecía seguir así, y dormir solo. Pregunté en la Oficina de turismo y me indicaron dos pensiones próximas.

Me fui al albergue y me sello la hospitalera, con una agradable sonrisa y mucha amabilidad.

En ese tramo de medio kilómetro que va de la Oficina de turismo al albergue vi más peregrinos que en todo el Primitivo.



Me fui a la primera pensión y me dieron una habitación sencilla pero suficiente por quince euros.

Me duché y cambié de paseo para ir a uno de los muchos restaurantes que llenan este pueblo. Tomé una ensalada y pollo asado con media botella de vino que me ayudara en la siesta.

Estando allí entraron más caminantes extranjeros que hablaban eufóricos. La sensación es que el pueblo estaba lleno de peregrinos y eso que era a finales de octubre.



Recordé mi estancia allí hacía unos quince días. ¡Cómo había cambiado el tiempo! También me sentía de forma diferente. Cada camino es una experiencia, todo parece igual y todo es diferente. Quizás es que quien es diferente es el caminante que ha vivido una experiencia que le ha cambiado. Nunca he tenido sensaciones iguales en los mismo lugares de Camino.

La siesta fue olímpica, de 4 a 8 entre sábanas y sin un ruido que molestara. Empezaba a estar cansado, aunque con pocas ganas de volver.

Me vestí y marché a dar un paseo por un pueblo en él que había estado varias veces. La tranquilidad era absoluta, recordé a los peregrinos de la primera vez con muchísima añoranza. Todo eran anécdotas de las anteriores veces, que curiosamente recordaba vivamente.



Pasé por la iglesia cerrada y di gracias por haber podido vivir unos días como aquellos. Marché por la calle del albergue hasta la oficina de turismo. La calle estaba solitaria, y sólo pude ver algún caminante que iba o venía después de cenar.

Encontré un ciber y no pude resistirme a entrar y ponerme al día de los sucesos diarios. Revisé el correo y nada extraordinario, más bien, todo era monótono y aburrido. En el foro continuaban las mismas historias, como llegar a Sarriá, botas o zapatillas, tal albergue es fantástico o un desastre, etc. Nada interesante.

Llamé al Toro para despedirme y darle las gracias por la ayuda prestada en estos días. Agradable persona y muy buen peregrino que tengo ganas de conocer en persona. La próxima vez que vuelva a Asturias haré lo posible por compartir con él una sidrina.



Entre en una pizzería a cenar y estuve toda la cena recordando los caminos de este año. Mérida-Oviedo esta primavera y la continuación a Santiago este otoño. Pensé que en vez de dos era solamente uno, pasando por el Salvador.

Había tenido suerte de poder hacer hasta tres caminos en un solo año, ya veríamos al siguiente que me depararía.

A las diez y media entraba en la habitación desorganizada y llena de trastos por todos los lados, alguna vez llegaré a ser más organizado. Por vergüenza recogí un poco aquel desbarajuste para mañana tenerlo más fácil, a las once estaba en la cama decidido a dormir lo más rápidamente posible.

Las imágenes de campos verdes y dorados inundaban mi cabeza, desniveles entre nieblas, brumas y, arriba, un sol radiante.

Animales pastando tranquilamente obviando mi presencia. Señoras que me mimaban en sus tiendas ofreciéndome huevos fritos recién puestos con pan de hogaza todavía caliente.

Era un revoltijo de imágenes y lugares que se entremezclaban sin parar. Esto era acompañado de caras, gestos, expresiones y brazos abiertos que me hacían sentir vivo. Mañana no sabía si terminaría o pararía en el Monte del Gozo, las fuerzas serían las que decidieran.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Uxama.

Gracias una vez más por tus relatos.

Hace unas semanas, y tras unos días de Camino solitario, a mí también me daban ganas de abrazar a los peregrinos que me encontraba en el Camino francés. Pero de lo que tenía ganas en verdad era de disfrutar del ambiente de un albergue de peregrinos. Y fue una delicia.

Claro que, a la mañana siguiente, a eso de las cinco y pico, me despertó "la cruda realidad". ¡Y de qué manera!

Buen Camino.

Resentido

Anónimo dijo...

Uxama, me encanta leerte , tus relatos me transportan al cmaino una y otra vez. !!GRACIAS!!
!Buen camino!

ksoyo

Anónimo dijo...

Hola, Uxama!!!

entrar en tus relatos es todo un lujo

me has hecho recordar Sobrado y como me pareció misteriosa, majestuosa la silueta que dibujaba en el cielo tormentoso la primera vez que lo vi...

me da pena que ya 'vamos'llegando a Santiago y al fin del relato...


gracias por compartirlo!!


Buen Camino....................santo

Anónimo dijo...

Como siempre muy bueno y fue un gran placer acompañarte un poco por telefono, me acordare de ti estos dias y de alguna manera seguire tus pasos.

Un abrazo y gracias por hacernos disfrutar¡¡

Toroastud

Anónimo dijo...

Recuerdo esta etapa con asombro,no pude desayunar en Sobrado al no encontrar nada abierto, también era Octubre 2007, por fín después de 9/10kms. generalmente por carretera encontré un Bar abierto y tome fuerzas para la dura jornada.
Me habían hablado de una ruta alternativa, tal vez poco señalizada,pero sin duda hermosa y tranquila, no puedo dar más detalles ahora, pero puedo asegurar que fué increíble, kms. y kms. sin ver a nadie, sin pueblos, sin coches, sin gente, etc...hasta llegar a un cruce de carreteras y ver a una peregrina pasar a lo lejos,y al darle alcance le pregunté si venía por el Camino Francés, Yes, I do¡
Se me aflojaron las piernas y aunque para ella era extraño mi comportamiento, en mi interior sentía una alegría indescriptible, estaba cerca, llegando a la meta.
Mi camino, no pasaba por Arzua, yo había realizado un recorrido distinto y me dirigía a Sta. Irene, sin comer, poca agua, etc..., incluso la antigüa fuente del parque estaba rota y no pude reponer liquidos.En el Alto, me resarcí tomando una excelente cerveza fría.Sellé en Sta. Irene, donde por cierto me alcanzó la inglesa y me dirigí hacia Arca, en un intento de testar mis fuerzas y ver de que sería capaz.
Sobre las 16h.entraba en el albergue, como es habitual a estas horas, la hospitalera se encontraba ausente y volví a utilizar mis medios para sellar, no pregunté pero supuse que a esas horas ya no habría plazas y yo me encontraba aún con ánimo para seguir, previo un pequeño refrigerio para recuperar fuerzas.
No te canso más, con un estado de ánimo exultante y dando un rodeo por todo el Monte do Gozo, a las 21h. entraba en el pabellón que me habían asignado, después de una etapa, que rondaría los 55kms.En esta ocasión mi Camino se había iniciado en Irun, por el camino de la costa en su totalidad.
En unas semanas (+/- sobre el 20 de Octubre) iniciaré mi 7º Camino desde León/Oviedo/Lugo/Palas, etc..., espero que el tiempo acompañe.
Saludos y Buen Camino.

Gaizka

Anónimo dijo...

Gracias Uxama por tus relatos. Todavía recuerdo mi debut peregrino en el Primitivo, en pleno año santo caminando cada dia seis peregrinos, y la llegada a Arzúa y la avalancha brutal.
Tras dias depresivos por la lentisima recuperación de mi lesión en el Camino este verano, leer tu crónica le aviva a uno.

Espero que nos veamos en algún Camino o encuentro jacobeo.

Ultreia!!

Kako