domingo, 10 de febrero de 2008

Cornellana - Tineo

Día 2 Cornellana - Tineo

La noche pasó rápidamente sin mayor incidencia que el golpeo de una ventana mal cerrada, pero que por pereza no investigue donde se encontraba.

Me levanté a las siete y empaquete los bártulos con celeridad. En la cocina tomé un par de yogures y algo de fruta. Hoy salía directamente al Camino, no me apetecía volver al centro del pueblo a desayunar.



El camino sale ascendiendo poco a poco teniendo por momentos vistas magníficas del monasterio y de Cornellana. Vi amanecer caminando. La niebla era ligera y daba a comprender que hoy sería un día de calor.

Pronto se llega a Llamas y una hora después a Casazorrina, evocador nombre que hace pensar sobre su origen. Se va por un hermoso camino rodeado de castaños llenos de frutos que poco a poso se van desprendiendo. El terreno es húmedo y el musgo sobre las piedras abundante.



Al tener las fuerzas intactas llegué con fuerza hasta Salas. Son más de diez kilómetro que se hacen con facilidad, una vez pasada la cuesta inicial. También es cierto que en este camino nunca hay un llano que dure, todo sube o baja, las piernas se tienen que acostumbrar a este ritmo, pero con tranquilidad y sin agobiarse se llega disfrutando, que es de lo que se trata.

En Salas, paré en un bar junto al torreón. Tomé un café y un bollo. No pude aguantar la tentación de comprar el pastel del profesor. Dulce contundente y apetitoso, mejor que cualquier barrita energética.

La parada fue de casi una hora. La salida como ser costumbre se hace ascendiendo. Una buena cuesta por un camino cómodo, rodeado de arbolado que asciende por el fondo del valle hasta la Espina. La subida es dura pero muy bella llevando el río a la derecha. El sol se filtraba entre las hojas mostrando pequeños reflejos que me fascinaron. Hacia el final se estropea el paisaje debido a las malditas obras de la autovía, que trastoca las ensoñaciones. Un rato caminé por la zona allanada por la maquinaria teniendo cuidado con el tráfico de camiones no me pusiera en peligro.



Cuando ya se distinguía el pueblo paré junto a una estructura metálica a recuperarme de la subida. El sol calentaba y reconfortaba quitarse la mochila y las botas en aquel banco de hierro con cubierta para protegerse. Normalmente me parecen horribles y fríos estos bancos pero en esta ocasión me pareció perfecto.



Al poco apareció un coche que aparcó y un paisano se acercó a saludarme.

- Buen camino peregrino.- Me dijo con una sonrisa mellada pero llena de encanto.
- Buenos días, nunca mejor dicho. Parece que esto no es Asturias, sobre todo por el mes en que estamos.
- Si, el tiempo está loco. No ha llovido desde agosto, que parecía octubre. En ese mes llovió todos los días en cambio ahora que debía caer agua hace un sol espléndido. ¡El tiempo está loco!. ¿No habrás visto a n señor andando?
- No, pero sólo llevo cinco minutos.
- No habrá venido todavía. ¿Has visto las obras?
- Como para no verlas, aunque yo diría que las estoy sufriendo.
- Se han empeñado en hacer la autovía y nos están expropiando las fincas, por cuatro duros. Y lo peor no es eso, las que nos quedan van a estar tan cerca que vamos a tener que llevarnos las vacas, pues las van a estresar y lo más seguro es que dejen de dar leche.
A mi me han partido la finca en dos y apenas me han dejado un cachín a cada lado.
- Bueno, pero se las habrán pagado a buen precio.
- No creas, los dineros se van y las fincas servían para producir y eso no lo han pagado.



Pensé que nadie está conforme con su suerte y no solo a los peregrinos nos fastidia la carretera.

- ¿Cuánto queda a Bodenaya?
- Mira es aquel pueblo que se ve en la loma. Te quedan unos dos kilómetros. Si esperas un rato te acerco con el coche.
- Muchas gracias pero prefiero seguir caminando.

Hablamos un rato de cómo iba cambiando la economía ganadera. Me comentó que cada año hay menos vacas y que no se pagaba lo suficiente por la leche. Era bastante negativo con el futuro.

- Ahora es más negocio montar una casa rural que dedicarse al ganado. Los tiempos están cambiando demasiado deprisa.

Con la cabeza llena de los problemas de este hombre emprendí los kilómetros que me quedaban a Bodenaya. Este trecho ya fue más suave aunque no faltaron las cuestas.



Encontré un restaurante en el centro del pueblo donde di cuenta de una ensalada y un exquisito estofado de carne, todo regado por un vino de la tierra.

El café lo tomé en la barra donde coincidí con el hospitalero del albergue que acababa de realizar la Vía de la Plata, y enseguida nos contamos las peripecias y experiencias de ese recorrido.



A las cuatro y media reemprendí la marcha hacia mi destino, Tineo. Son tres oras preciosas por un camino rodeado de castaños con un constante subir y bajar. El día era perfecto y se podían ver los verdes prados con vacas paciendo que emulaban idílicos y románticos paisajes. Las hojas empezaban a tomar su colorido dorado de otoño. Estaba cansado pero tenía el corazón alegre por lo que estaba viviendo.

Cada paso tenía un encanto nuevo a degustar, aunque el esfuerzo era grande, sobre todo si se compara con el camino francés. No son tanto las distancias que se parecen bastante, se pueden hacer etapas de veinte o veinticinco kilómetros con servicios de peregrinos, sino por las ascensiones permanentes y las soledades. Cada ruta tiene sus peculiaridades y esta no es de las más fáciles. Ahora, toda la energía se ve compensada por un paisaje verde que en otros brilla por su ausencia. Llevaba todo el día y un había visto un solo caminante.



Estos kilómetros finales se me hicieron un poco largos. Paré en Porciles en un bar atendido por una señora encantadora. El establecimiento era bar pero también era tiendo de ultramarinos, frutería y charcutería. Era todo al mismo tiempo.



Tomé un café con leche que me supo a gloria, sentado en una mesa desde la que podía ver y observar el movimiento de los escasos parroquianos. Muchas veces creo que más que peregrino soy un voyeur del camino.

- Señora Carmen, póngame jamon york y queso para la merienda de los niños.
- Allá voy. ¿Cómo está Manolín?
- Hoy no ha ido a la escuela, pero ya está mucho mejor. Los granos de la varicela se van secando, pero hay que estar todo el día encima para que no se rasque. Al pobre le ha dado muy fuerte. ¿Te has enterado de lo de Antonio?

Contaron sin pudor la desventura o ventura del vecino, era el bar el punto de intercambio de las informaciones del pueblo. Pequeño, como casi todos, y con disminución de población cada año que pasaba. Triste realidad de la España rural, y eso que Asturias es de las menos dañadas junto con Galicia. Castilla se va mucho más implicada en este problema.



Después de escuchar el parte de novedades desde mi atalaya situada en una mesa, cargué la mochila y emprendí el último tramo con lentitud y parsimonia. La tarde era perfecta para caminar.

Llegué a Tineo a las siete de la tarde. Este pueblo es todo el una cuesta, se entra por el camino de los Frailes que domina desde lo alto las casas. Está construido pegado a la ladera de la montaña.



En este tramo se encuentra un monumento al peregrino hecho de metal dominando el valle. Me gustó la escultura con toques modernistas. Antes había parado en la ermita pegada a unas instalaciones deportivas.

Me equivoqué de camino y me dirigí al centro del pueblo donde tuve que preguntar por el albergue.

- Podías haber bajado medio kilómetro antes. Pero ya que estás aquí sigue aquella calle hasta el bar el Stop, donde puedes recoger la llave.



Iba cansado y se me hicieron eternos estos últimos metros.

Efectivamente me entregaron la llave y sin más explicaciones me dirigí a él. Estaba al lado del centro cultural. Era grande y solitario. Volvería a dormir solo.



Me acoplé en un rincón y procedí a la rutina de ducha y colada.

Me inscribí, sellé la credencial y repasé los folletos de la región. Sin control horario al ser dueño y señor del lugar a las nueve fui a ver por donde iba el camino mañana y a cenar alguna cosa.



Después de un par de días encendí el móvil y encontré que me había llamado Toroastur. Sin pensarlo le llamé y le di novedades del camino. El me dio consejo sobre la etapa de mañana. Curiosa la ayuda que me ha prestado este amigo del foro. Da gusto que haya gente así, desinteresas, simpática y colaboradora. Estas llamadas se repetirían cada dos días hasta llegar a Lugo. Gracias amigo.



A las diez y media me encontraba ya en la cama con un fuerte sentido de soledad pero también contento por los magníficos días. Este año he dormido un montón de días en soledad, no me agrada pero tanto en la Plata como en el Primitivo son recorridos duros que los caminantes todavía no andan en la abundancia del Francés.

Se notaba ya el frío nocturno y más en un albergue grande, de todas formas dormí profundamente y con placer.

3 comentarios:

María dijo...

Llegas a la Espina, hablas con un hospitalero pero ¿de qué albergue? ¿Hay albergue en la Espina? En la página de consumer no figura... sigo aquí...

María dijo...

Más adelante, sigues caminando y paras, dices en Porciles pero eso está antes de la Espina... ¿o te refieres a que encontraré ese bar de la señora Carmen en otro pueblo con otro nombre?

Te lo cuento, porque son las dudas que están surgiendo al leerte...

Unknown dijo...

Muchas gracias María por leer este relato de un camino maravilloso que marca para siempre.

Tienes razón en la Espina no hay ningún albergue. El hospitalero era el de Bodenaya. Se llama Alex y con su esfuerzo mantiene su fantástico albergue privado.

Gracias de nuevo y corrigeme cuento quieras que así se hará un relato mejor.

Un abrazo.