domingo, 10 de febrero de 2008

Lugo - Friol


Día 9 Lugo - Friol

Dormí solo en aquella sala con más de veinte literas. Estaba en un rincón y me dio pereza levantarme. Se filtraba la luz de las farolas por las ventanas. Hoy me tocaría carretera y soledad. Sabía que este recorrido es menos habitual y las probabilidades que encontrará a alguien eran casi nulas.

Después de un lavado rápido convencí a mis pies que se tenían que poner las botas, me ayudó a convencerlas mi estómago que había sido sobornado por un desayuno apetitoso con churros recién hechos.



Salí a la calle peatonal todavía oscura pero con el suelo húmedo recién regado. La luz de las farolas reflejada en el suelo daban un ambiente especial y de ciudad acogedora y romántica. Pocos peatones deambulaban somnolientos camino de sus trabajos. Encontré una churrería y allí entre a alimentar mi cuerpo todavía oxidado. Los churros recién hechos y un buen café me dieron el suficiente valor para caminar.

Marché hacia el río y después a su vera fue descubriéndose el nuevo día. El paisaje me mostraba la ciudad amurallada bajo un día nublado. Durante un par de kilómetros fui pegado al río hasta que tomé un desvío y por una carreterita en ascensión me sacó definitivamente del extrarradio de la ciudad.



Ayer me había dicho José Antonio que pocos pueblos y servicios encontraría en el recorrido, y si mucha carretera, y así pasó aunque tenía la esperanza de encontrar algún lugar donde almorzar.

El día no amenazaba lluvia pero estaba gris y plomizo. No tenía muchas ganas de andar, el paisaje tampoco era espectacular. Había decidido este recorrido para ir a Sobrado y evitar al máximo el camino francés. No me agradaba después de tantos días encontrarme demasiado pronto con las multitudes que seguro habría, pero algo de compañía me hubiera agradado para superar este recorrido monótono.

A las once de la mañana llegue a Santa Eulalia. A 14 km. de la ciudad de Lugo, en Santa Eulalia de Bóveda, se encuentra un edificio de época tardo romana, de planta rectangular, con una pequeña piscina en el centro y bóveda de cañón decorada con frescos. En su exterior, un pequeño atrio con dos columnas precede a la fachada, en la que se abre una puerta con arco de herradura.


La guía del lugar sin demasiadas ganas abrió exproceso el receptáculo para mi. Estaban las paredes pintadas con pájaros, plantas y odaliscas con mucho verdín y con una gran humedad.

- Es según los entendidos un templo único en occidente donde hay múltiples interpretaciones sobre su uso y finalidad: lugar de baños, ninfeo, templo dedicado a Prisciliano aunque puede ser que originariamente estuviera dedicado a la diosa Cibeles. Este templo como solía ser habitual fue reutilizado para usos cristianos y bajo la advocación de Santa Eulalia.- Me explicó rápidamente la guía.

Apenas duró diez minutos y me dio la sensación que no tenía demasiados visitante, aunque lo estaban preparando para que fuera lugar de visita multitudinaria.

Continué caminando ya por terreno más abierto durante otro para de horas. Hoy la etapa era de cerca de cuarenta y con muy pocas poblaciones.

A la una paré en una especie de escenario al aire libre que debían utilizar en las fiestas para tocar música. Estaba lejos de cualquier aldea. Supongo que lo tendrían allí instalado para que molestaran a los vecinos.



Liberé los pies, ya cansados y me preparé un buen bocata de mortadela con aceitunas, que había comprado la tarde anterior en Lugo.

Se estaba bien en aquel lugar pese a que el día seguía gris. Desde mi atalaya podía ver la carreterita por la que sólo paso un coche en la hora que estuve reposando.

Me imaginé el lugar en fiestas con los músicos de tercera tocando las canciones del verano y a los jóvenes bailando, charlando e intentando ligar. Los mayores se colocarían en los laterales pasando un rato de diversión mientras que algunos se lanzarían con el pasodoble. Fiestas populares como las de muchos pueblos pequeños. Me dio pena no haber coincidido. Seguro que se celebran en agosto, cuando los hijos del pueblo vuelven al origen en vacaciones.



Me entristeció pensar que con el tiempo desaparecería el arraigo con la familia de todos los inmigrantes.

Hoy estaba cansado pero todavía quedaba un buen trecho, así que continué por la carretera en la que de vez en cuando aparecía una fleta que me ayudaba a confirmar que iba por buen camino.

El día era monótono y hasta cierto punto aburrido, no ayudaba el paisaje y el tiempo. No había encontrado ningún bar y eran las cinco de la tarde. Estaba deseando llegar. Hoy necesitaba descansa. A dos kilómetros de Friol las flechas se perdieron y en un cruce de carretera fue por la que no debía. Tuve que hacer tres o cuatro kilómetros más de lo necesario. Cuando más anhelaba llegar más se alargaba.



Llegué al pueblo entrando por la zona de colegios y en el primer bar que encontré entré a tomar un café y a sentarme un rato. Hoy llevaba muchas horas andando y apenas dos paradas que no superarían la hora y media.

Me alegró oír conversaciones, la soledad había sido intensa y heche de menos una charla amigable.

Aquel rato, me levantó la moral y el ánimo. En la plaza encontré pensión humilde pero cómoda.

Me quité la mochila y me fui veloz a la ducha. Eran las seis y media y hasta las nueve no daban la cena, aproveché para estirarme en la cama. Me quedaban dos días para llegar a destino y había tenido la soledad como gran compañera. Necesitaba compartir experiencias y alguien que me animara a continuar. Me debí quedar dormido un rato y me desperté poco antes de las nueve.



Bajé al restaurante a cenar. Allí me sentaron al lado de un ruso que estaba trabajando en unas casas nuevas. Vivía en Vigo y su empresa le tenía allí de lunes a sábado. Hablaba castellano con un fuerte acento. El también se encontraba solo y fue muy fácil entablar conversación.



- Vine a España hace cinco años y desde hace dos tengo todos los papeles.
- Debe ser duro estar alejado de la familia.
- Aquí vivo con una gallega y en Rusia sólo tengo a mis padres, con los que no me llevo demasiado bien. Aunque se hecha de menos algunas cosas, pero aquí me he integrado muy bien. Tengo trabajo he conseguido el amos y unos cuantos amigos. De todas formas he ido un par de veces para que se me pasara la “morriña”, como dicen por aquí.

Conversamos durante toda la cena de forma distendida y no faltaron los chupitos de licor de café, que soltaron un poco más la lengua.

- Este pueblo es muy tranquilo, no hay sitio donde tomarse una copa, aparte de los tres o cuatro bares. Mi vida aquí es trabajo, habitación y desear que llegue el sábado para ir a Vigo. Espero terminar durante noviembre.



Hablaba con un cierto cansancio de su vida pero contento de tener trabajo cosa que debía ser difícil en su país.

- Aquí se gana más del doble que en mi país y las horas son menos.

Esta conversación duró hasta las once y cayeron sus buenos cuatro chupitos de licor.

Agradecí el encuentro y el poder con conversar con alguien durante alguna hora. Caí en la cama como un lirón y sin ser consciente dormí toda la noche.



Quizás había sido el día más duro por las soledades y por no ser tan bello como días anteriores.

Mañana seguro que es mejor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosa narración....yo tambien tengo buenos y gratos recuerdos de sobrado.
!!Buen camino!!

ksoyo

Anónimo dijo...

Muy buena exposición de tus vivencias en el Camino, me ha gustado.

Saludos

Jose_

Anónimo dijo...

Linc. ( Arg.


Gracias Uxama por compartir tu camino, tan bien expresado con fotos y relatos. Hemos caminado contigo y compartido tu soledad con el relago.....saludos...Jaci