domingo, 10 de febrero de 2008

Friol - Sobrado Dos Monxes

Día 10 Friol - Sobrado Dos Monxes

Dormí profundamente y al despertar me sentía descansado. Después del tiempo que llevaba en el camino la mochila empezaba a oler a peregrino y el orden era un pequeño desastre. Me entretuve en organizar un poco las cosas y algunas las coloqué en el fondo con la seguridad de que no volvería utilizarlas. Pese a mi esfuerzo no se notó mucho la organización. Ya empezaba a intuir el final del recorrido después de haber enlazado dos. El primero desde Sarria a Santiago con mis sobrinos y, después ya sólo, de Pola de Lena a León, y por último este Primitivo. Los primeros días en compañía y con conversación constante. Ahora sólo y solitario. Dos formas de caminar, ambas con encanto. La primera dependiendo de los demás, la segunda solo escuchándome a mí mismo.



No puedo decir que una sea mejor que la otra, sencillamente son diferentes.

Con las cosas más o menos organizadas, dejé la habitación y baje a tomar el desayuno de café y croissant.

Estaba todavía oscuro aunque el cielo empezaba a clarear ligeramente.



Hoy era sábado y se notaba que el pueblo todavía dormía. No había nubes y sería un día luminoso y azul. Preciosa mañana de otoño.

Caminé tranquilo sabiendo que la etapa era corta. La mayoría del día fui por carreteras secundarias, cosa que machaca los pies pero con la ventaja de pasar más poblaciones que ayer.

Es curioso como influye en mi carácter el tiempo, el cielo y la temperatura. Hay días que dan ganas de vivir por la trasparencia del aire. Los prados se llenaban de tonos verdes intensos y parecían hasta los animales más felices.



Me entretuve pensando en el recorrido realizado. Me sentía orgulloso de mi mismo y contento por haber conocido lugares y paisajes maravillosos. Hoy llegaría a un lugar conocido y visitado en coche varias veces, pero nunca había llegado caminando, algo que me hacía ilusión.

Sabía que pasado mañana estaría en Santiago, o muy cerca, esto mezclaba sentimientos. Por un lado pocas ganas de que se acabaran los días camineros y por otro ilusión de volver a estar en casa con la familia.



Prácticamente había completado el Camino, ya llevaba muchos recorridos y cada uno diferente. Es una de las magias, siempre se pueden observar aspectos distintos y siempre atrayentes.

Pasé por zonas ondulantes con arbolado, granjas con vacas que pacían tranquilas en los prados con grandes ubres, seguro que con rica leche gallega, y por pueblos pequeños donde en las fachadas se mostraban hermosas flores.



Hoy todo me parecía hermoso, me encontraba bien y descansado.

Hubo un rato que estuve pensando en alargar la etapa, pero decidí que al llegar a Sobrado decidiría.



Paré en un bar a tomar un café y un bollo sobre las once de la mañana. Lo atendía una señora entrada en carnes con una cierta parsimonia. No tenía prisa, se notaba que el ritmo de su vida era diferente.

- Buenos días peregrino. ¡Qué día tan hermoso!.- Me dijo con un fuerte acento gallego.
- Buenos días, y nunca mejor dicho. Es una mañana primaveral.
- Si señor, es como si el tiempo hubiera cambiado y la primavera fuera otoño y el otoño primavera. Antes nada más entrar en octubre comenzaban las lluvias y no paraban hasta Junio y aún así en verano también caía. Ahora le cuesta llover, lo hace un día y descansa. Definitivamente las cosas están cambiando.
- Para caminar hoy es fantástico, no hace ni frío ni calor y la luz parece mediterránea más que atlántica. Un auténtico placer.



Charlamos un rato del camino.

- Por aquí pasáis pocos, la mayoría van a Melide desde Lugo.- Adiviné en la señora un mayor motivo económico que peregrino.
- Este camino es bastante pesado y tiene demasiada carretera. Si marcaran caminos en vez de carreteras sería mucho más llevadero y con el tiempo seguro que pasarían más.

A mi me parecer legítimo el interés en aumentar el negocio siempre y cuando la atención sea buena y los precios estén ajustados.

- Es posible que se incrementen los caminantes por esta zona al hacerse más popular el Primitivo y alargar la reunión con el Francés. Pero deberían dar alguna oferta mayor en sitios como Friol. La creación de un albergue o de algún tipo de acogida ayudaría mucho.
- Eso sería bueno, pero demasiados intereses se concentran en que se junten ambos caminos en Melide.

A la media hora continué la marcha por carretera. Se caminaba cómodo en camiseta.



La entrada a Sobrado las hice por las lagunas. Un lugar precioso donde es posible observar pájaros de diferentes especies. Este maravilloso lugar es propiedad de los frailes y data del siglo dieciséis. Es fácil ver patos, nutrias y ranas en cuanto a animales. Los fresnos, abedules y nenúfares abundan. En el lugar hay un centro de interpretación y varias casetas de observación de aves.

Paré en uno de los embarcaderos y me encandiló ver las aguas rodeadas de vegetación con las torres del monasterio vigilantes del entorno.

Era la segunda vez que llegaba a este lugar pero en la otra ocasión lo había hecho en coche y no había tenido los mismos sentimientos de paz y tranquilidad.



Con el ánimo reconfortado recorrí los últimos metros hasta el pueblo. La plaza estaba llena de puestos, hoy era día de mercadillo. Había todo tipo de artículos, ropa, comida y artículos agrícolas. Me dirigí directamente al monasterio. Este majestuoso lugar me recibió con una sonrisa del monje de la tienda. Me selló y me llevó a la hospedería. Hoy volvería a estar sólo. Me advirtió que a las siete de la tarde cerraban el monasterio y que debía estar dentro.

Me pareció un poco temprano pero se que cuando le dan a uno hospitalidad es de buena educación someterse a las normas del anfitrión.



Después de la ducha, y ya hoy no colada, me quedaban dos días y ropa suficiente, me dirigí de nuevo al pueblo para la comida.


Ya habían recogido el rastrillo y me encontré un local bastante vacío donde di cuenta un menú de caldo gallego y albóndigas, bastante suculento. Me encontraba un poco deprimido por las soledades, aunque el viaje había sido precioso y el tiempo excelente, el no encontrar compañía en tanto tiempo me había minado un poco el ánimo. Me consolé pensando que mañana sería diferente, en Arzua habría compañeros para hartarse. También pensaba que en dos o tres días estaría acabado este camino.



Después de comer me senté en una terraza al sol. Era un día precioso con un sol que calentaba pero no apabullaba. La tranquilidad era notable. Se notaba que era domingo y la gente estaba en la siesta. Apenas unos pocos visitantes del monasterio se movían con parsimonia. A las cinco me dirigí al monasterio a visitarlo. Este me impresionó por su grandiosidad en un entorno rural.

Los claustros y la iglesia demostraban el poder monástico que debió tener.

Estos centros durante muchos años fueron el punto neurálgico de la región. Tenían tierras, sabiduría y poder económico. Recordé la película del Hombre de la Rosa, donde se ilustra el poder de uno de estos monasterios.



Zonas deprimidas económicamente servían a señores vestidos con hábitos. Vi el poder terrenal de la Iglesia.

La belleza del lugar es notable y la admiración por la obra arquitectónica me llenó y maravilló, siempre con un pequeño toque de tristeza. El musgo de las paredes bañadas en abundancia por el agua durante muchos meses al año se podía ver. La temperatura dentro también era notablemente más fresca. Me impresionó la iglesia con sus grandes cúpulas.



A las siete y media asistí a la rezo de las vísperas por los monjes. El rezo cantado surgió un efecto tranquilizador. Las sensaciones de que el mundo se paraba o por lo menos que tenía un ritmo diferente se sentía. La placidez dentro de aquellas paredes te acercaba a tu ser más profundo. La relajación apacigua los espíritus y me hicieron meditar con mayor clarividencia.

Me centré en absorber el momento que estaba viviendo.



Después de una cena ligera me fui a la cama en soledad, sintiendo un placer especial derivado del sentido de aislamiento. Pensé que entre aquellas paredes el tiempo fluye de otra manera. Las prisas y las tensiones se detienen y apenas tienen cabida.



Dormí plácidamente sin vecinos que molestaran. Me encontraba bien pero un poco triste al notar que la aventura se acababa y pronto volvería la vida urbanita con poco contacto con la naturaleza y los espacios abiertos.








5 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosa narración....yo tambien tengo buenos y gratos recuerdos de sobrado.
!!Buen camino!!

ksoyo

Anónimo dijo...

Muy buena exposición de tus vivencias en el Camino, me ha gustado.

Saludos

Jose_

Anónimo dijo...

Gracias Uxama por compartir tu camino, tan bien expresado con fotos y relatos. Hemos caminado contigo y compartido tu soledad con el relato.....

saludos...Jaci

Anónimo dijo...

Y servidor aun mejores recuerdos,en el monasterio comprabamos una leche purisima,estuve en un cuartel de transmisiones (RTM CT 12)en los años 66 67 que recuerdos,por cierto desde el camino se ve aun la antena justo en el limite de provincias a la derecha,en esa epoca no pasaban peregrinos por este camino.Cuantos recuerdos y que buenos,he estado este verano y todo ha cambiado menos la carretera de Friol a Marco das Pias,que esta como hace mas de treinta años.

Anónimo dijo...

yo tambien estube en el cuartel ,buena narracion del estado que se siente por esa tierra

fernando