domingo, 10 de febrero de 2008

Cadavo Baleira - Lugo


Día 8 Cadavo Baleira - Lugo


Desperté temprano y sigilosamente empaqueté los bártulos y salí de la habitación.

- Buen Camino peregrino.- Se despidió desde la cama la joven alemana que yo creía dormida.
- Buen Camino.- Respondí.

En la cocina terminé de arreglarme y de ajustarme las botas.

Las calles estaban solitarias y la luz de las farolas todavía estaban encendidas. Hacía casi frío, el polar y el cortavientos se hicieron necesarios.



El cielo estaba precioso con alguna que otra nube que decoraba el fondo azul.

Encontré un bar abierto y a él me dirigí a tomar el café reglamentario. Se agradeció el calorcito del local. Un poco lleno de humo pero perfecto para cubrir las necesidades de este caminante.

Estaba lleno de obreros y las conversaciones eran con voces fuertes y recias. Me resultaron en algún momento demasiado estridentes. Apuré el desayuno para buscar el silencio del Camino, no estaba acostumbrado al ruido.

Enseguida las flechas llevan a un buen camino entre árboles que ascienden suavemente. La mañana era fresca pero perfecta para caminar. Hoy me encontraba bien, después de dos días nublados y con agua se agradeció ver de nuevo un sol brillante.



Recuerdo como unos perros me saludaron con sus ladridos anunciando mi presencia más que amenazando mi integridad.

Después de una loma se inició el descenso por un pinar donde los rayos del sol se filtraban maravillándome por la belleza de la luz. Iba tranquilo y empapándome del paisaje. Estuve tentado de parar en una zona de merendero con sus bancos y barbacoas. Pensé en el bullicio que habría allí en los domingos de verano y en la tranquilidad que ahora se respiraba. Solo los pájaros rompían el silencio con sus gorjeos frenéticos después de unos días de silencio y humedad.



Casi sin darme cuenta llegué a Castroverde. En un bar abierto y sin dudarlo entré a despacharme mi segundo desayuno. Eran las diez, ya llevaba unos ocho kilómetros. El local acababa de abrir y sólo pude tomar un café y un donuts. No llegué a sentarme pero fue suficiente con soltar la mochila y relajarme un poco.

Nada más salir en un vistazo que eché para atrás vi en la lejanía un caminante que parecía seguía el mismo camino, pero al no llevar mochila no paré a conversar.



El sol ya calentaba y tuve que realizar una parada para liberarme del polar y sustituir los pantalones largos por unos cortos. Lo que había empezado con frío se estaba convirtiendo en calor.

Me alcanzó el caminante cuando me disponía a reanudar la marcha.

- Buenos días peregrino.- me dijo. Llevaba una bandolera y unas botas, pero el resto del vestuario era normal de ciudad.
- Buenos días.
- ¿Estás haciendo el Camino?.
- Si, desde Oviedo.
- Yo también esto haciendo algunas etapas, pero sin mochila.

Me sorprendió la respuesta.

- ¿Cómo es eso?
- Bueno he venido a conocer Lugo y al saber que el camino pasa por aquí, antesdeayer fui hasta San Juan de la Retorta y hoy he cogido un autobús hasta Castroverde y quiero llegar a Lugo.
- Eso está bien, pero ten cuidado que el camino es un virus que engancha.
- Ya lo se, y estoy dispuesto a dejarme enfermar, pero he notado que tengo que prepararme.



Pensé que cada uno hace el Camino con plena libertad y no somos nadie para juzgarlo, siempre y cuando no nos quiten las plazas en los albergues para los que vamos andando. También recordé como fue mi iniciación en el Camino Aragonés.

- Yo estoy en un hotel juntó a la Catedral y mañana parto a casa. Me ha parecido precioso el Camino, aunque un poco duro. ¿Tu cuantos kilómetros haces al día?
- Depende, pero intento que la media sean unos treinta. Aunque lo importante no es la distancia, sino las vivencias. El poder integrarme con la Naturaleza. Observar el entorno intentando que esta penetre lo más profundo posible. Muchas veces pienso que estoy lejos de mi vida diaria y que esta no volverá. Son muchas las sensaciones a recibir, lo único es estar alerta para recibirlas y sentirlas.



El me miraba con ojos curiosos y cuando llegaba a los cruces dudaba, no localizaba bien las flechas, le tenía que indicar por donde iban.

En las cuestas arriba le costaba y sin quererlo le distanciaba, hasta que en una de ellas le terminé de perder definitivamente.

Se notaba un paisaje más llano donde abundaban las praderías en las que las vacas pacían tranquilas.



Había otros animales como corderos y caballos. El día era precioso y según avanzaba más calor hacía.

Llegué a Santa María de Gondar. Desde aquí se afronta una zona donde las obras desvían el camino por carretera.

Después de uno pocos kilómetros ya se notaba la cercanía de una ciudad. Se me hicieron pesados los últimos, sobretodo desde el polígono industrial, previo a cruzar la autovía.



Esta la había recorrido muchas veces en coche y pensé en los otros puntos en las que los caminos la atraviesan. Tenía una perspectiva diferente de puntos conocidos. Este recuerdo me hizo comprender que las cosas se pueden ver de formas diferentes según como lleguemos. Me pareció que el llegar a los objetivos andando son más naturales y tranquilos que hacerlo en coche o avión. Así se puede disfrutar del cambio y degustar los pequeños detalles que conforman el todo.

Por fin afronté la bajada a la ciudad. No me gustó el recorrido que hace por esta aunque tiene la ventaja que lo hace por una zona con poca circulación.



Eran las dos y media, me encontraba cansado y no encontré ningún restaurante. Decidí ir al albergue y que allí me aconsejaran.

Entre en el casco antiguo atravesando la magnífica muralla. Me sentí pequeño ante semejante obra defensiva en sus orígenes y hoy patrimonio de la cultura y de la historia. A los pocos metros descubrí el albergue.

En la puerta estaba Juan Antonio que me recibió amablemente. Me asignó una cama en la habitación del piso superior. No había nadie, hoy también sería el único cliente. La habitación era amplia y aunque con muchas camas los espacios entre las literas no eran nada agobiantes. La luz se filtraba por las muchas ventanas. Tras la ducha y la colada me dispuse a ir a comer. José Antonio me indicó uno fuera de las de las murallas por la parte que saldría mañana.



En el recorrido pude visitar la plaza del ayuntamiento y la Catedral por fuera. Me parecieron fantásticas construcciones y las calles con un sabor especial de ciudad provinciana llena de historia y cultura, donde la gente puede respirar con tranquilidad alejada del tráfico rodado. Me gustó el paseo.

Eran las cuatro y media cuando llegué a comer. El local era pequeño pero muy familiar. La camarera me atendió fabulosamente en cuanto la dije que me mandaba el hospitalero y era que peregrino. Era el único comensal pero me agradó la simpatía de la muchacha que lo atendía. La comida fue abundante y sabrosa.



Después del esfuerzo de toda la mañana en aquel local me encontraba tranquilo y feliz. Había cubierto gran parte del camino y había alcanzado la primera ciudad gallega y ya sólo quedaban cuatro días para llegar a destino.

Cuando terminé, decidí ver los mensajes de correo, así que me colé en un ciber y pude ponerme en contacto con mi mundo. No habían pasado muchas cosas y ninguna que fuera de tal importancia que me intranquilizara. En el camino se relativizan las cosas.



Volví al albergue visitando la Catedral. Impresionante edificio. Estaba a oscuras y me estuve un buen rato en uno de sus bancos disfrutando de un pequeño viaje interior que me relajó. En estos lugares me resulta tremendamente fácil relajarme y repasar las visiones de mi vida. Yo creo que los maestros constructores eran genios que construían pensando en hacer fácil la meditación y la interiorización de los pensamientos. Lugares para encontrarse con nuestra realidad.



La luz tenue y el olor a velas crean un ambiente recogido aunque se esté envuelto por duras piedras talladas y colocadas estratégicamente para que aguanten miles de kilos y duren cientos de años.

Las columnas terminadas en arcos me recordaron los carballos y castaños que parecen que sustentan la cúpula celeste, aunque en este caso son los puntales de la catedral.


Fueron quince minutos en los que mis músculos se inmovilizaron y mi cabeza voló en ensoñaciones de cuando y de quienes la construyeron. Fue un placer para los sentidos.

Recorrí los pasillos lentamente y pude admirar sus diversas capillas, esculturas y frisos. Al salir no pude resistirme a subir a la muralla y recorrer una buena parte.



Impresionante poder andar desde la altura degustando esta magnífica construcción. Fui despacio pues me interesaba más sentir que recorrer.

Posteriormente me perdí por las calles de la ciudad amurallada. La gente caminaba ya en la hora del atardecer con tranquilidad, degustando el lugar. Había en algunas plazas terrazas personas tomando el café, con cierto sabor provinciano pero no por ello menos entrañable. Me recordaba un tiempo pasado.
Las señoras emperijiladas y en tertulias eminentemente femeninas, los hombres con sus trajes hablando de sus trabajos.



También degusté de la plaza del ayuntamiento con sus arbolitos redondeados y con niños corriendo y jugando.

Compré algo de pan y embutido para la cena de hoy y el almuerzo de mañana, que sería escaso en pueblos.



En el albergue estaba el sacrificado de José Antonio esperando la llegada de peregrinos, que hoy ya tenía cubierto conmigo.

Charlamos del camino y de los amigos comunes. Me contó las picarescas y travesuras de los peregrinos, bicigrinos, autogrinos y demás especímenes.



Mientras cenaba me dio buena conversación, de la que estaba necesitado. La verdad es que ayer y hoy tuve suerte. Terminé el día conversando y esas horas que a finales de octubre van desde que anochece hasta que te vas a la cama se cubrieron satisfactoriamente.

Me explicó con detenimiento el recorrido de mañana hasta Friol, hizo especial hincapié en que visitara Santa Eulalia y que tuviera paciencia pues el día me depararía mucha carretera.



A las once cerró el albergue y yo marché a la cama. Estaba satisfecho, había conocido una ciudad encantadora y a una persona entregada a su trabajo y con gran amor al camino, este no es otro que José Antonio. Persona justa y cabal que defiende un principio de hospitalidad desde un albergue de la Xunta.








8 comentarios:

Anónimo dijo...

la fuente del paraguas, como tu dices está en Castroverde, no en Sta. María de Gondar.

saludos desde Castroverde

Unknown dijo...

Gracias anónimo por la rectificación, confundí los pueblos. Entre todos mejoramos el lugar.

Un saludo

Anónimo dijo...

Hola Uxama! Encantado de haberte conocido durante la etapa con final en Lugo, de los días que estuve en Lugo fue de los días mas frios o de los que la temperatura estuvo mas baja, no me extraña que te pusieras polar y cortavientos, yo fue el día que más me abrigué, y eso que yo en cambio empecé el camino a eso de las 11:19 h. desde Castroverde un 25 de octubre del pasado año.

A mi casualmente también se me hizo muy duro los kilometros finales en descenso, hen el valle del Río Rato, incluso un perro suelto se me cruzó en medio del camino y no me dejaba pasar y ladrando, me pareció una zona muy bonita para fotografiar, con paisajes preciosos, viendo la Ciudad desde el valle del Río, yo creo que la zona es muy bonita, pero cuando llegas ahí se hace muy dura por los km acumulados y el cansancio, primero hacia abajo y luego tienes que volver a subir hasta llegar a la Muralla Romana de Lugo, y al día siguiente volver a bajar al Miño.

Finalmente creo que cambiaste de opinión y no comiste en Carballido, si no en Lugo, la verdad es que escogiste bien, aunque supongo que en Carballido también se comerá bien, pero en Lugo la cocina es excelente, en los últimos km de la etapa hay un cartel que así lo anuncia "E para comer bien a Lugo".

Coincido contigo que Lugo es una magnífica ciudad, a pesar de ser una gran ciudad, la ciudad más importante, del Primitivo en Galicia hasta llegar a Santiago, el ambiente es muy tranquilo, muy familiar, de muy buena gente, que vive muy feliz, alejada del mundanal ruido.

Saludos

Jose_

Anónimo dijo...

Muy bueno, es una pena que no lo pueda leer Ana que mañana hara esa jornada, espero que ya este mejor el tema de las obras.
Un abrazo y gracias por hacernos disfrutar¡¡

Toroastur

Anónimo dijo...

Hola Uxama

Hasta ahora no he hecho más que recrearme en lo que estás escribiendo sobre el Primitivo, es una segunda vuelta al mismo despues de hacerlo el pasado año. Me ha gustado mucho lo que has escrito sobre Lugo, yo siempre lo digo a los amigos que llegan allí, que se recreen en la ciudad, que descubran sus rincones y la disfruten. Para mi gusto, es una ciudad con un encanto especial, con un recinto amurallado y una catedral que son una auténtica envidia pero poco visitadas. Ideal un paseito por la muralla para bajar la cena.

El bueno de José Antonio, por lo que veo, sigue tan servicial y encantador (aunque algo cascarrabias) como siempre. El restaurante al que te envió lo vamos a declarar local social de la AGACS, tratan al peregrino de maravilla, claro que ellos salvan su cara porque saben que tienen el negocio asegurado. Funcionan muy bien.

Saludos y buen camino

ALDEBARAN(A)

Anónimo dijo...

Muy aconsejable un paseo por la Muralla Romana de Lugo, de noche es precioso esta muy bien acondicionado e iluminado, ideal para depués de la cena un paseo, y por la tarde la muralla es cuando más transitada está. Lugo sin lugar a dudas es una ciudad que tiene mucho encanto.

Saludos

Jose_

Anónimo dijo...

fANTASTICO RELATO UXAMA DE VERDAD QUE TU LEMA PAZ Y AMOR EN ESE CAMINO SE HACE REALIDAD , MEHAS ENAMORADO ESTABA DUDOSA SI EL PROXIMO SERIA EL PRIMITIVO PERO DESPUES DE TUS VIVENCIAS NO LO VOY ADUDAR , SIEMPRE HE HIDO POR EL FRANCES PUES MEDA UN POCO RESPETO IR SOLA ME CUESTA MUCHO LAS SUBIDAS TENGO QUE HACER MUCHOS DESCANSOS PORQUE ME CANSAN MUCHO LAS BAJADAS NO ME IMPORTAN ,PERO LO HE DECIDIDO DIME SI PUEDES CUANDO ES EL MEJOR TIEMPO PARA REALIZARLO ,IGUAL EMPIEZP EN LEON HASTA OVIEDO Y LUEGO DELANTE , NO ES QUE DISPONGO DE MUCHO TIEMPO PERO SI TENGO QUE HACER ALGUNA ETAPA MAS POR LAS SUBIDAS LO HARE .GRACIAS POR TU RELATO UN ABRAZO Y BUEN CAMINO PEREGRINO ..



ROSARIO PERAL LA PEREGRINA

Anónimo dijo...

Como siempre un lujo.

Saludos.

Bolix